Canción a El Cairo

Camino entre el Viejo y Nuevo Cairo (1872), Louis Comfort Tiffany



(Después de un mes de ausencia)

Encontrarte de nuevo, ¡ciudad mía!, es mi peregrinar
y mi sitio de llanto.
Encontrarte de nuevo, ¡ciudad mía!,
es mi tristeza.
Y cuando vi a través del aeropuerto en sombras
tu luz, ¡ay, ciudad mía!,
supe que estaba atado a tus calles de asfalto,
a esas plazas en cuya llama muere
lo verde de mis días.
Que lo que tengo escrito, ¡oh, mi herida creciente!,
es volver a encontrarte, cada vez que me aleje de ti,
con el alma sedienta.
Que sea mi manatial de inspiración
lo que tú me regales, o el dolor que le asignes al corazón.
Que me disuelva en ti al final de mis días.
Y que el Nilo y las islas que lo surcan,
el aceite, las muchedumbres y las piedras,
reúnan ya mis huesos diseminados
por las calles de asfalto,
por el polvo de barrios y callejas:
Cuando ya todo vaya en mi ataúd de sicomoro egipcio.
Encontrarte de nuevo, ciudad mía,
me deja el corazón sin fuerzas y apretado:
Como cuando desea, o tiene miedo, o hambre.
Encontrarte de nuevo me sacude.
Encontrarte, es un llanto.
Te amo, ciudad mía, con el amor brillante de los ojos que lloran,
saciándose en la vista del amado.
Te amo, ¡ciudad mía!, con ese amor que entiende
que su voz contenida
pueda decir tan sólo dos palabras
cuando quiere ser franca.
Te amo, ciudad mía.
A pesar de que me negaron por tus ámbitos
y de que me dejó mi pajarillo.
Y vuelvo... Sin morada ni refugio.
Vuelvo para escaparme por tus puertas.
Vuelvo para beberme tu tormento.

Salah Abd Al-Sabur (1931–1981), de Poemas (1982, Pedro Martínez Montávez)

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