Te doy mi alma

 



         Te doy mi alma desnuda,
Como estatua a la cual ningún cendal escuda.

         Desnuda como el puro impudor
De un fruto, de una estrella o una flor;

De todas esas cosas que tienen la infinita
Serenidad de Eva antes de ser maldita.

         De todas esas cosas,
         Frutos, astros y rosas,

Que no sienten vergüenza del sexo sin celajes
Y a quienes nadie osara fabricarles ropajes.

¡Sin velos, como el cuerpo de una diosa serena
Que tuviera una intensa blancura de azucena!

¡Desnuda, y toda abierta de par en par
Por el ansia de amar!

Juana de Ibarbourou (1892–1979), de Las lenguas de diamante (1918)



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