Canción de la tormenta

Tormenta (1843), Johannes Tavenraat, Rijksmuseum



Por un bosque de pinos suspira y gime el viento
Que agita poderoso las copas cual plumeros,
Que esparce la resina y echa pinas al suelo
Cuajado de agujitas que saltan y alzan vuelo.

Del mar de melenudas cabezas contra el cielo
Sacudidas —sí / no— con furia sin igual,
Una canción desciende a la trémula humanidad
Que hace latir los pechos de tremendo respeto:

«Los miles que no saben ser jamás ellos mismos
Tienen una verdad en común que les une,
Y es su fe, que a mil bocas al unísono acude.

Pero quien de sí mismo se hace verdad-cultivo,
Sólo se siente unido a sí y de por sí mismo
Y sabe que si encuentra la verdad es la de uno.»

Jacques Perk (1859–1881), de Antología de la poesía neerlandesa moderna (1971, tr. Francisco Carrasquer)

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