Balada del concurso de Blois (o de las contradicciones)

Catedral a orillas del río Loira, Blois, Francia.



Muero de sed al borde de la fuente;
Más caliente que el fuego, tiemblo diente con diente;
En mi país me siento en tierra extraña;
Junto al brasero tirito aunque me cueza;
Desnudo cual gusano, visto de magistrado;
Río cuando lloro, sin esperanza espero;
Consuelo tengo en triste desespero;
Alivio cuando de placer carezco;
Sin fuerza y sin poder, soy poderoso,
Bien acogido, de todos rechazado.
No doy por segura sino cosa incierta;
Ni por obscuro, salvo lo evidente;
Dudas no tengo sino de lo cierto
Y en la ciencia veo accidente mudable;
Todo lo gano, y siempre soy quien pierde;
Digo al amanecer: «Dios nos dé buenas noches»;
Cuento con qué vivir y no tengo un ochavo;
Espero herencia, sin tener de quien,
Bien acogido, de todos rechazado.
No me preocupa nada y en todo pongo empeño
Para obtener riquezas que tampoco ambiciono;
Quien mejor me aconseja es el que más me ofende,
Quien más verdad me dice es el que más me engaña;
Mi amigo es quien quiere convencerme
De que un cisne blanco es un cuervo negro;
Y el que me daña yo creo que me ayuda;
Mentira o verdad, todo ya me es lo mismo;
Recuerdo bien, mas no comprendo nada,
Bien acogido, de todos rechazado.
Príncipe clemente, si os place, sabed
Que mucho sé aunque sin ciencia,
Y que siendo parcial, toda ley me somete.
¿Qué más? Ah, si pudiera recuperar mis bienes,
Bien acogido, de todos rechazado.

François Villon (1431?–desaparecido en 1463), de El Legado y El Testamento (2001, tr. José María Álvarez)

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