En las alturas del Tarkankut
De un último suspiro aún la brisa agita
la bandera en el mástil. Dulcemente mecida
la mar parece en sueños. Dormida, es la muchacha
que despierta, suspira e indolente descansa.
Como al fin de la guerra los pendones dormitan,
las velas soñolientas en reposo gravitan;
respira el marinero, las barcas amarradas,
y bate la pleamar su dicha asegurada.
¡Oh mar! Entre tritones habita en el silencio
un pulpo adormecido que batió el temporal,
mas ya el cielo encalmado destrenza su poder.
¡Oh alma! En ti descansa la hydra del recuerdo,
tranquila en la tormenta, se apresta para el mal,
después que el pecho aquieta se aferra dentro de él.
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